No sé hablar. Por eso escribo. Escribo porque tampoco sé bailar, ni contar chistes, ni soy el alma de la fiesta. Escribo porque me escondo. Me gusta el mar, nadar, mirar los peces. Escribir es como tener tu propio mar, sólo que lo puedes pintar del color que tú quieras y en él pueden vivir dinosaurios, linternas, fantasmas. Escribo para niños y adolescentes porque fui niña, seguí siendo niña y adolescente al mismo tiempo, tuve hijos y fui niña y adolescente con ellos y ahora crecieron y yo me quedé anclada en mis 12 o tal vez 15 años. Escribo porque creo que el coco sí existe, pero no es tan malo como lo pintan y eso hay que decirlo.